viernes, 3 de marzo de 2017

Diana Navarro, Cantante. Entrevista


¿Diana Navarro, Cantante. Entrevista

DIANA NAVARRO, CANTANTE. ENTREVISTA 
“Ahora sí puedo cantar flamenco como soñaba” 
Silvia Calado. Madrid, noviembre de 2011 
No se considera cantaora, sino aficionada. Y, sin embargo, se ha arriesgado a hacer algo con lo que muchos cantaores no se atreven: un disco en directo. Diana Navarro vuelve a sus orígenes con un recital de cante clásico en el que cita a sus maestros, entre ellos, Marchena, Pinto y Morente. Cañas, abandolaos, guajiras y saetas, entre otros muchos estilos, toman en su voz un cariz lírico que evoca tiempos ya lejanos. Y los interpreta, fiel a los registros sonoros de antaño, flanqueada tan sólo por Juan Antonio Suárez ‘Cano’ a la guitarra y Antonio Campos al cante… y al toque. La grabación, que se hizo el pasado verano en el Teatro Quintero de Sevilla, se presenta como la “precuela” de los tres discos que la hicieron triunfar por mor de una actualización de la copla. Y es también el necesario paso atrás para tomar nuevo impulso. 
¿Cómo fueron aquellos inicios flamencos que ahora rememoras? 
Mi primer contacto con el flamenco fue de muy pequeñita. En los eventos familiares, todos cantaban. Unos por fandangos, otros por alegrías... era la diversión de la familia. Como todos cantaban, yo también. Y como un juego, descubrí que era lo que necesitaba. Estaba todos los días delante del espejo cantando. Claro que alternaba el flamenco con la música de los 80 que ponían en la radio. Y como los amigos de mi padre veían que me gustaba el flamenco, me daban cintas de Porrina de Badajoz, de Marchena o de Pinto, y yo alucinaba. Y así cantaba y cantaba hasta que me subí por primera vez a un escenario con 9 años en una agrupación de folclore malagueño, donde hacía malagueñas, rondeñas, verdiales... Y como se iban enterando de que la niña cantaba, hasta que ya a los 16 años me empecé a presentar a concursos de saetas, me iban llamando para cuadros de baile como el de Encarni Bueno o el de Luci Montes, con quien fui al Festival Torre del Cante. Allí José Menese le dijo a Luci: “Qué guapa, pero ¿qué le pasa con las palmitas?”. Y ella le decía que estaba malita esa noche. ¡Pero es que era malísima! Es complicado, todavía considero que es algo que hay que trabajar mucho. Una vez me dijeron algo que me molestó mucho, eso de si no tienes soniquete para qué te metes. Pero bueno, nadie nace enseñado. Por eso siempre digo y reitero que no soy una cantaora de flamenco, que soy una buena aficionada. Me encanta y ahora sí tengo un metal que puede defender los cantes con dignidad y por eso he hecho este trabajo. Y para mí era necesario. Inicié un camino de crecimiento personal, no había estudiado, estudié interpretación y quería retomar esto ahora que sí puedo cantar como yo soñaba cantar antes. Por eso he hecho ‘Flamenco’. 
¿Y consideras que es una apuesta arriesgada? 
¡Imagínate! Ahora van a decir “mira esta, ahora es Diana Navarro y va a venir a cantar flamenco, vete por ahí”. No va de eso, es de necesidad vital. Quiero cantar esto, volver a mis orígenes, a lo que sentía con nueve añitos cuando me subía al escenario y veía a tanta gente escuchando y hacíamos abandolaos y cantes de Juan Breva. A mí me encantaba, me llenaba. Ese sentir de empezar a sentirme artista lo descubrí con el flamenco. 
¿Crees que la gente que es fan tuya y te conoce por los otros discos lo va a entender? 
Los más incondicionales, sí. De todas maneras, es un proceso natural pero lo hemos iniciado al revés. Hemos empezado con la fusión en 'No te olvides de mí' y en '24 rosas', y a partir de 'Camino verde', hemos empezado a hacer como una precuela de lo que eran esos discos. Continuaremos con la fusión, pero antes tenemos que cerrar el ciclo de la raíz, que para mí era necesario. Con ‘Camino verde’ le hicimos un nuevo vestido musical a la copla y con ‘Flamenco’ presentamos el flamenco como era a primeros y mediados de siglo, con el sonido de guitarra y voz añejos, que llega a ser lo más vanguardista que puedes escuchar.
“Ahora el sonido añejo puede ser lo más vanguardista”
Estoy súper orgullosa de este trabajo porque hacemos una vuelta atrás desde el respeto, acercamos a la gente que no conoce el cante jondo con un flamenco muy entendible, a pesar de que nos hemos metido en unos temas profundos... Pero a lo mejor mi voz puede acercarles a un flamenco que no conocían. Tengo muchos amigos que no entienden -yo tampoco entiendo de flamenco, lo respeto tanto que no atrevo a decir más que soy aficionada- y me dicen que cómo es posible que les guste si no les gusta el flamenco. Y les digo que sí, que es flamenco y les gusta. Yo deseaba emular el sonido de La Niña de la Puebla, de esas grabaciones de antes. Es curiosa la que tenemos de la guajira de La Niña de la Puebla porque empieza en un tono y termina como medio todo más alto. No sé si el cilindro se revolucionó, pero acaba así. Y me gusta esa fluidez en los garganteos como hacían las antiguas y Marchena y Valderrama, que son dos pilares. 
Y es un estilo que en los últimos años no se ha valorado, ¿no? 
“Hay que ir al origen para recordar de dónde venimos y volver a construir” 
Y creo que debe valorarse otra vez. El inicio del flamenco era eso. Es que era ese cante y ese sonido. Después cuando llegó Camarón, bendito sea, hizo una maravilla y dejó un sello único. Pero luego salió mucho igual, empezó la fusión... Y Camarón solo hay uno. Sí que hay gente que lo hace muy bien, pero creo que hay que volver a la raíz real, sacar cosas originales y dejar un poquito el bajo y la percusión, que están muy bien, pero hay que ir a lo puro para recordar esto de dónde viene y volver a construir. Es como los diseños de moda. Ves las líneas de Armani y siempre son súper clásicas y de fondo de armario es atemporal. Y el flamenco también tiene que tener su fondo atemporal. Si le metemos mucho adorno, ya es para una época concreta. Y creo que este disco, sobre todo, por el trabajo que han hecho mis compañeros, la puesta en escena, todo, creo que es atemporal. Y es el primer unplugged de flamenco, para la MTV, ojalá. 
El estilo de cante que haces parece muy complejo técnicamente. ¿Te ha costado mucho prepararte? 
Diana Navarro, en directo (Foto Daniel Muñoz) Me he hartado de estudiar. Era muy difícil, pero mira mi sonrisa, porque estudiaba ya con ansiedad. Yo trabajo con Mac y tengo una aplicación en la que con la manzanita ralentizo el cante, por lo que detectas perfectamente todas las vocales que entran en el giro (y nos lo canta normal y con la ralentización). Y así veía cuándo lo tenía. Dale y dale. Quería hacer cosas muy parecidas a los cantaores y después meterle mi cosita. Pero lo suyo era hacer cosas clavadas a ellos y he disfrutado. Me daba subidón lograrlo. 
¿Has descubierto detalles interesantes al estudiar profundamente a estos maestros? 
¡Que los cantaores de ahora no cantamos nada! Eran unos bichos extraterrestres. Con tan pocos medios, con tanta hambre, que cantaran así... Y cómo les salía. Ahora somos unos privilegiados, tenemos al alcance de un clic la música del mundo que queramos, nos da muchísimas ideas. Pero a ellos el cante se les quedaba compartiendo, de escuchar a unos y a otros. Cuando descubrí la praviana, que es un cante que tenemos preparado para el próximo disco de fusión, aluciné. El Niño de la Rosa Fina de Casares tiene una praviana que viene del pueblo de Pravia, del folclore de Asturias. Alucinante. Ellos iban a Asturias, se echaban unas copitas, se traían su cante. Y ahora escuchas al tío, con ese girito y dices ¡ole! Es una pasada, disfruto yo mucho con esto, jejeje. 
¿Con qué criterios hiciste la selección del repertorio? 
“Están los cantes que tenían que estar para emocionar, no para ir de nada que no soy”
Sobre todo, que le vinieran bien a mi voz laína. La mayoría eran los cantes que yo hacía de pequeña y los otros, los que entonces soñaba con cantar pero la garganta no respondía. Ahí es donde hemos investigado con la caña o con la milonga de La Niña de la Puebla, que yo la hago con los ojos cerrados para intentar sentir lo que ella podía sentir cantándola. Es un momento espectacular. La saeta era de las mías; el padrenuestro es de los ‘Campanilleros’, que lo cantaba desde chica; para las ‘Cuplerías’ lo único que tenía era ‘La loba’, pero lo demás lo hemos estudiado muy bien… Me apetecía mucho la de ‘Matilde la Chula’ por el garganteo ese del “ay olé”, que es como que se quedaba ahí clavado y es tan bonito... Y también quería coger cosas que no estuviera muy hechas, por intentar ofrecer algo nuevo. No es un disco que pretenda nada, pero si al que lo escuche acaba gustándole el flamenco, pues muy bien, objetivo conseguido. La seguiriya ya la estoy preparando, pero para siguientes discos, la iré haciendo en los directos a ver cómo respondo y reacciona la gente. Me doy un poquito de tregua. Pero sí están los cantes que tenían que estar para emocionar, no para ir de nada que no soy. 
¿Cómo ha sido el trabajo con Cano y Antonio Campos? 
Cano es la bomba y Antonio complementa lo que yo no tengo y nunca tendré. Conocí a Antonio Campos en Flamenco Festival USA cuando colaboré en 'Mujeres'. Desde entonces, hemos estado en contacto. Mi productor, Manuel Illán, le sacó su directo en el Corral del Carbón. Yo cada vez que lo escuchaba pensaba que quería algo así. Le dije a Antonio que me iba a liar la manta a la cabeza... Porque, claro, discográficamente en principio era un suicidio, aunque yo sentía que no y parece que no lo está siendo. Vamos a ver esta semana, que ya sale la lista de ventas. Y Antonio fue quien me dijo que para este proyecto tenía que estar Cano. Me lo presentó y aluciné porque es un mundo interior el de este hombre… Y esa manera de tocar tan clásica, pero tan suya... Aunque de repente me hace unos rasgueos a contratiempo que me quedo alucinada. Es complicado para una aficionada estar al lado de un profesional de ese calibre. Ha sido una elección estupenda y más por la calidad humana que tienen. 
El arreglo de la guajira, por ejemplo, es precioso... 
Sí, aunque ahí también intervino Manuel Illán, que propuso que el trémolo lo pusiera al principio. Siempre les digo que me den cuartelillo, que soy paya y se mueren de la risa. Manuel hizo un papel muy chulo porque lo veía desde fuera y desde el “desconocimiento” vio que esa frase podía quedar así más interesante. Tenemos momentos de ‘Queen’ y todo, en la caña hay un momento de ‘Who wants to live forever’. Freddie Mercury total. 
Antonio sorprende con la guitarra y hace contigo algunos duetos… 
Sí, es que lo toca todo: la guitarra, la percusión... Y necesitaba que él tuviera su sitio. Es un recital ya hecho de una pre-gira y que decidimos grabarlo, pues está hecho como se hacen los conciertos, en directo. En concierto él también canta por Levante, pero para el disco prefería los tangos porque les da un aire muy bonito. Me ayuda en los lamentos de la caña. Él es un artista que va a dar mucho que hablar. Aquella pre-gira, que comenzamos en el Palau de la Música de Valencia, que fue llegar y besar el santo. De hecho, la grabación de aquel primer concierto está mejor que el disco. El día del disco era jugártelo todo a una carta, estábamos nerviosos, pero aquel día fue una barbaridad. Y la gente de Valencia, increíble. Era la primera vez que iba sola allí y fui con flamenco, pero se agotaron las entradas, 1.200 personas. Ole. Y dicen que el flamenco no vende. 
¿Por qué la decisión de grabar en el Teatro Quintero de Sevilla? 
El público fue seleccionado en un concurso en Internet y los más fans, los más rápidos, consiguieron su entrada. Nos decantamos por Sevilla porque ese teatro mola mucho. Qué luces nos hizo Paco Escamilla. Tienen ese punto ochentero que tanto nos gusta, pero un algo mágico. Yo cuando vi tantas lucecitas así, me sentía Beyoncé... que me encanta. 
¿Sigues el flamenco actual? 
Sí. El ‘Quijote de los sueños’ de Arcángel aún no me lo he comprado, pero lo sigo a él, a Poveda, a Mayte Martín... Hay una chiquita que está cantando muy bien que se llama Rocío Márquez y ganó el Cante de las Minas. Me gusta escuchar a la gente nueva. 
¿Y cómo lo percibes tú? ¿Encuentras cosas que te sorprendan? 
Sorprenderme, todavía no. Gustarme, me gustan todos, por las voces y eso. Estrella me encanta, tiene algo... Pero el único que me sorprendía era Enrique Morente, hacía unas cosas... ¡Qué talento y qué valentía! 
Hay un guiño morentiano en el disco… 
Sí, la caña se la dedicamos a él y hay unos tangos suyos con letra de Leonard Cohen. Está muy presente. Todos nos hemos quedado hechos polvo con su muerte repentina. Qué pena, era de los pocos mitos vivientes que nos quedaban. Fui al décimo aniversario del disco en La Riviera y me fui sola. No tenía a nadie que quisiera venir, me hice amiga de un hippy que estaba en la puerta buscando entrada y me llevó luego hasta al metro. No lo he vuelto a ver y de buena gente... Me regaló hasta un disco de Goran Bregovic, me fui con material para la casa. ¡Y qué flipe de concierto! 
¿En siguientes discos seguirás trabajando el ingrediente flamenco? 
Siempre. Nuestra música se inspira en la copla, la saeta y el flamenco, pero lo fusionamos con diferentes ritmos. Para mí era necesario ir a la raíz más absoluta, después haremos zarzuela, que también tendrá esa connotación flamenca por mi manera de cantarlo, y música totalmente diferente, pero el flamenco siempre estará... es inevitable.

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